miércoles, 19 de noviembre de 2014
PAREJA - VOLVER A EMPEZAR
VOLVER A EMPEZAR
El control sería algo así como “si el otro me deja, dejo de ser yo”. En este caso, la víctima es realmente el victimario. “Yo me adhiero a alguien y necesito que ese alguien esté para seguir adherido y tener personalidad”.
Bajo estos preceptos necesitamos conocernos y reflexionar sobre lo que somos capaces de hacer, para poder volver a empezar.
¿Podemos cambiar a una persona controladora, en el nombre del amor?
- Depende. A veces, eso lo que hace es que se controle más, desde el amor ofrecido. A veces, los vínculos son tan misteriosos que despiertan lo mejor de uno, y otras veces, lo peor.
Hay una combinación de vínculos extraños, que hace que vayan para un lado o para el otro, y la vida también cambia. Pero, el controlador patológico no cambia así. El control vincular puede ser producto de una relación con ciertos códigos que después pueden ir cambiando.
¿Cómo elevar la autoestima y salir al mundo sin culpas y con ganas de volver a formar una pareja sana?
- No hay recetas. Tiene que ver con las personas. Si la huella es muy profunda, es importante hacer un tratamiento terapéutico.
Al principio, la persona tendría que pensar que ya dejó la situación, que puede haberse dañado por estar en una relación así, pero que algún nivel de crítica tiene como para haber dejado a esa pareja, o no tener otra igual.
Lo que se trabaja en psicología son dos enigmas: el por qué y el cómo. El “por qué” es tratar de entender porqué razón uno siente gusto por algo, y el “cómo” es pensar de qué manera salir de donde se está y que esto requiere hacer algo diferente.
Mientras el “por qué” es para entender, el “cómo” es para actuar. Hay que trabajar las dos cosas en simultáneo.
¿Y si está conciente de la situación, pero aún no sale de ella?
- A veces, se recomienda que forme parte de un grupo terapéutico, ya que es más fácil poder trabajar en conjunto. Siempre hay un caso parecido. En ciertas situaciones, la terapia en pareja puede se útil, pero otras veces no pasa nada. Sin un apoyo terapéutico, la persona se queda instalada en ese estado y se cree que no podrá salir.
¿Es más fácil sanar cuando vemos que a otras personas les pasó lo mismo?
- Sí. Una cosa es lo que pasa con el terapeuta y otra lo que pasa en el grupo. En el grupo juega mucho el rol de la significación. A lo mejor alguien cuenta algo que le afecta a una persona, más incluso de lo que ella tenía para relatar. Como el discurso es libre, se crean cruces de identificaciones.
¿Cómo sanar las heridas psicológicas que deja una relación de control extremo?
- Se recomiendan la terapia. Compartir el problema hace que baje de nivel. Somos medio narcisista y siempre creemos que lo que nos pasa a nosotros es lo peor, en terapia las personas se dan cuenta de los problemas comunes, eso lo desdramatiza. Y después vienen las identificaciones cruzadas: las personas piensan “esto me pasó”, “esto puede pasarme”, “esto no lo había pensado”.
“Los excesos siempre traen problemas. Hay una diferencia ente el deseo y el goce. El deseo es no saber lo que se quiere, el goce es querer algo y no poder parar. Es como una droga.
Todos los controles tienen que ver con la función de parar. Sea la bebida, el juego, la droga, o lo que sea; y hay gente que no puede parar. El goce liberado a su suerte lleva a la muerte. Una persona controladora no puede parar, porque hay goce en el control”.
“Hoy estamos en la época del descontrol, pero también del control por los medios de comunicación, todo pasa por ahí. Mensajes de textos, teléfonos… ahora es más fácil perseguir a la pareja”.
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